miércoles, 13 de febrero de 2008

Carta abierta del Profesor Manzanelli




Imaginemos un reloj.

Puede ser un reloj de pared ni cuadrado ni redondo de fondo blanco y marco color berenjena, o quizás uno de esos relojes despertadores que tienen como dos orejitas de ratón, que suenan fuertazo y que salen siempre en tom & jerry. La condición sine qua non (siempre quise tener la oportunidad de escribir “condición sine qua non” así que en este momento estoy chocho) es que no puede ser un reloj digital, sino que tiene que ser uno de agujas.

(Estoy pensando que ya escribí “condición sine qua non” y que ahora seguro que falta muy muchísimo para que tenga otra oportunidad de volver a escribirlo. Qué mocazo que se aplique tan esporádicamente el término “ condición sine qua non” porque me resulta realmente simpático)
Ahora nos paremos en la mitad de cancha, de espaldas al gomero, justo arriba de las 6.

Entonces el arco que daba a la calle rioja estaría en las 3 y el que daba a la costanera estaría en las 9.

Las 12 estarían justo al frente nuestro, más cerca de la santa fé.
Bueno, a las 2, estaba el arbusto más extraño del mundo: una especie de isla de lost, un triángulo de las bermudas.

Ese arbusto hacía desaparecer gente.

Entusiastas adolescentes, quienes para mi eran pequeños atletas, pero que ahora entiendo eran parte de un siniestro experimento científico o extraterrestre quizás, creían hacer gimnasia escolar y desconocían su participación involuntaria como ratas de laboratorio, en las curiosas investigaciones de estos desconocidos hombres de ciencia oscura.

Los púberes llegaban al arbusto y se esfumaban.

Quizás caían por un tobogán gigante que los trasladaba a la mítica caldera, los pasillos de la imprenta o alguno de esos recovecos de los cuales siempre había grandes historias y nulas pruebas. Allí eran sometidos, deduzco, a abusos intelectuales y, porqué no, de índole sexual. También calculo que les inyectaban algún tipo de estupefaciente, ya que cuando eran devueltos completaban su rutina en tiempos récord, con máxima potencia y sin rastro alguno de transpiración.

Hoy quiero hacer pública esta denuncia.

Tanto el profesor Stieffel, como el calvo profesor Esteban, temen represalias por lo que no se atreven a acompañarme. Llamé a los medios pero nadie me llevó el apunte. Quizás porque llevo demasiado altos, incluso arriba del pupo, mis pantalones de jogging, además de cargar con un pito en el cuello. Eso me hace acaso menos creíble?

Necesito ayuda, tu ayuda, en esta cruzada.

Soy el profesor Manzanelli y estoy dispuesto dar a conocer toda la verdad sobre el arbusto de las 2 en el Manuel Belgrano de los 90.
Si sabés algo, aportá información.

Animate. Ayudame.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

que cosas raras que pasaban en ese arbusto, con decir que a norgia lo ayudo a no llevarse formación física....

sensemina dijo...

dicen por ahi que un tal argüello fue quien decidio eliminar las pruebas de los abusos a los escolares, x lo q el arbusto fue retirado del campo en el verano del año 1998.
adios, querido amigo. te extrañamos mucho en las clases de softbol.

maten a argüeioooooooooo

Pablo G dijo...

En ese arbusto,el viejo Gimenez fue el que intuyó el amor de Puflo y Gutierres. Menos mal que estaba equivocado.
En ese arbusto nos cruzábamos con las chicas y aprovechábamos para hablar y presumir.

Todavía me acuerdo y me sonrojo!!!

eljuansa. dijo...

con enorme alegría sigo recibiendo pruebas de enigmáticos susesos tras el arbusto.
agradezco la colaboración y el que todavía no aportó, que se anime.
tres series de 20 y elonguen por favor.
Prof. Manzanelli.