viernes, 28 de septiembre de 2007

tres.


yo no sé, mire, qué significa para usté la palabra “tres”.

pero hay ciertos casos, hay una combinación, en la que para mi “tres” significa “uno”.


la mayoría de las veces “tres” y “uno” no son la misma cosa.

ejemplo: tres goles le hizo Belgrano a instituto y sólo uno le hizo instituto a Belgrano en el último clásico. sin embargo, no fue empate el resultado del partido, sino triunfo de Belgrano.y derrota de instituto.


pero hay un lugar, un espacio y un tiempo, en el que, dadas ciertas condiciones y presencias, tres son uno.

a mi me gustaría saber de cine. tener habilidad para recordar nombres de actores, directores y hasta productores. pero no logro recordarlos y a algunos hasta ni los conozco. le digo más: a la mayoría ni los conozco. sin embargo, me tomo la copa del medio y casi como por arte de un hechizo, siento que pierdo cabellera, que no necesito medias y hasta me surge el deseo inexplicable de exponer mis partes más íntimas.

síntomas raros, pero que me hacen disfrutar de conversaciones sobre bill murray casi tanto como disfruto habitualmente los goles de matías suarez o las melodías de tan sólo, ruleta y de bicho de ciudad.


esas copas son como jarabes, brebajes de brujas setentonas y bizarras en portaligas, antídotos que te hacen experimentar las sensaciones más nobles y genuinas del aprecio.


tomar la copa de la izquierda no es juego de niños.

O sí.

el síntoma principal es el de la transparencia. pasás a decir lo que pensás con una soltura tan pero tan cargada de inocencia que te termina volviendo culpable y te condena a preso.

Pero no importa.

lo que no funciona es la mentira que rige en la ley, la que te acusa y te encierra. mejor estaríamos si, al menos por un día, todos tomaran la copa de la izquierda. caerían las tropas de su majestad, el norte de la Italia rica, caería babilonia, el gobierno, el cura, la novia, el jefe, el empleado, el intelectual, el cursi, el hippie y el careta.

caerían ante tanta y tan peligrosa espontaneidad. ante tanta verdad.

eso sí, llegarían todos tarde a todos lados.


de la copa de la derecha, vea, mucho no le puedo contar.


pero creo que las tres juntas hacen una.

y, cuenta la leyenda, que si te la encontrás en la soledad de una peatonal oscura, te causa un sorprendente e interminable ataque de risa.