Recién vino a la agencia un tipo a quien yo quiero mucho.
El chino.
Debilidad, tengo por el chino.
Nos hicimos muy amigos en la facu, a pesar de ser bastante distintos en muchos aspectos.
El asunto es que, así como nos separan cosas intrascendentes, nos unen cosas de las importantes.
El chino me abrió siempre las puertas de su amistad. Así conocí a su familia y a sus amigos, gente a la que le tengo un gran aprecio.
El chino cae bien.
Tiene fórmulas que ejecuta a la perfección, sin dejar de ser genuino, espontáneo. Bienintencionado.
Según mis ojos, si se lo propone, está llamado a ser uno de los grandes periodistas de córdoba. Y yo en ese momento me voy a acordar de aquella cobertura de las elecciones en alta córdoba, que declaraban (cuándo no) ganadores a bobatto y el yani.
Tiene humildad, tiene sacrificio, tiene mucha más calle que la que aparenta.
Tiene también bastante que aprender, por supuesto. Porqué no? Es pendejo.
A mi me gusta tener la certeza de que si me muero mañana, el chino va a colgar al revés alguna bandera. Y eso, en nuestro lenguaje, dice cosas.
Gracias por el regalo, chino. Vale mucho.
Aunque no tanto como nuestra amistad.
2 comentarios:
Una vez alguien me dijo que escribir siempre implica que hay al menos dos personas en accion. El que escribe, por supuesto, y ese otro que existe en la mente del que escribe aun antes de terminar de escribir.
El hecho es que, al leer, se completa el esquema de la comunicación, y los profes de lengua contentos.
Existen algunos avidos lectores, sin embargo, que al leer creen que la comunicación no se agota al llegar el mensaje al receptor, sino que se inicia un nuevo rumbo en la comunicación, ya que todo buen lector, desea convertirse en un buen escritor... y así sustantiva y subversivamente.
A ningun avido lector le gusta cortar el esquema de la comunicación, cabe agregar.
L J C
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