miércoles, 5 de diciembre de 2007

cierro los ojos... no imagino algo mejor.



Cómo me hubiese gustado ir al luna.
Pero no pude, porque era un lunes y yo los lunes trabajo.
También trabajo los martes, los miércoles, los jueves y los viernes.
Me hubiese encantado irme el domingo en camioneta con doble vé, charlar largo y tendido, cebarle unos mates a mi amigo. Sinceramente me hubiese hecho muy bien, porque doble vé es un tipo que escucha con atención las reflexiones de uno. Le gusta hablar, le gusta decir las cosas que siente. Creo que tiene necesidad de decir las cosas que siente. Y se lo extraña mucho, desde que se fue a vivir a buenos aires.
Hubiese estado buenísimo viajar para poder verlo a mi viejo.
No es fácil la distancia. Lo que se pierde son las cosas simples. Compartir a solas un almuerzo o una cena, por ejemplo.
Cuando eso pasa, es un hecho extraordinario. Y para los hechos extraordinarios, no habituales, uno se predispone diferente. Y me incomoda.
A mi lo que me gusta es compartir momentos bien relajados, con ropa de entrecasa, sin perfume en el cuello, sin mozos que interrumpan. Bien padre e hijo.
Si hubiese viajado ese domingo, quizás hubiese podido cenar comida recalentada por él en su casa y desearle buenas noches antes que se vaya a dormir. Tan simple como eso.
Pero no pude viajar, por cuestiones de trabajo.
Cómo se les ocurre hacer un ritual un lunes, día laborable?
Los que sí viajaron fueron el laucha y el mati de salta.
Hubiese sido un lindo trío raro si yo iba. Tres tipos de distinto palo, unidos por la (inentendible para muchos) necesidad de energías piojosas.
Con el laucha siempre compartí grupos grandes. Hubiese sido la oportunidad para tener una buena charla, contarle cosas, que me cuente de él, de su historia. Explicarle cosas mías que seguramente él no entiende. Bah, qué se yo… supongo. Quizás las entiende más que nadie y yo no lo sé, por no tener una charla mano a mano.
La puta, cómo me hubiese gustado hacer ese viaje con los chicos.
Compartir el ritual con el mati, un piojoso algunos años más chico que yo, con más de una gira a cuesta y ganas de vivir. Pasar horas en un bondi, hablar de comunicación, de malpaso, de amores, de lo que siente un pibe que viene a estudiar a córdoba desde salta.
Mientras todo eso pudo haber pasado yo por internet leía que estuvo manu chao. Odio el reggae yo. Pero amo a mano negra. Fue una de las primeras bandas que me partió la cabeza. Dicen que manu metió king kong five adentro de civilización. Fa.
Yo fui en el 2006 y el luna es para mi el mejor lugar en el mundo para escuchar a los piojos.
Luz de marfil me hacía falta. No es que me hubiese gustado escucharla. Es que me hacía falta, siempre me hace falta. Y en el luna mucho más.
Me contaron los chicos que viajaron que volvió todo pasa. Que hicieron a veces.
Y que antes de buenos días palomar, tocaron ay qué maravilla.
No sé, hubiese sido increíblemente reconfortante estar ahí. Todo lo que acabo de imaginar y escribir sobre mi viaje con wicha, la cena con mi viejo, la charla con laucha, el conocer a fondo al mati y vivir un ritual de luna, me hubiese hecho muy bien.
No me queda otra que imaginarlo desde la oficina en la que trabajo.
Dejando que suceda.
Es más fácil así.

2 comentarios:

sensemina dijo...

hermoso es el ritual, lo es.
hermoso tener uno.
a veces, el ritual se encuentra lejos de uno, q se encuentra lejos de todos.
hermoso es alejarse para acercarse al ritual.
pero a veces no se puede.
y nada es hermoso. solo el ritual x sí mismo.

Pablo Di Carlo dijo...

hola soy pablo di carlo
si te gustan los piojos quizá te interese

http://operacionpua.blogspot.com una historia de amor, rock y solidaridad...
quieren conocer la cruzada?
mil gracias!